No me atrevo a dar una respuesta definitiva. No soy sabio ni pretendo sentar cátedra. Pero sí llevo años observando, aprendiendo y, sobre todo, equivocándome con propósito. Y eso me ha enseñado algunas cosas.
En Mundo Everest , la empresa que dirijo con orgullo desde hace ya más de 15 años, hemos entendido que una buena cultura no se impone: se vive. Se respira. Se cuida. Y se construye todos los días, desde los pequeños gestos hasta las grandes decisiones.
Una cultura sólida empieza con valores compartidos, pero no se queda ahí. Requiere coherencia. Si decimos que la gente es lo más importante, eso se tiene que ver en cómo contratamos, cómo escuchamos, cómo desvinculamos incluso, y en cómo acompañamos los procesos de desarrollo personal y profesional.
¿Qué hacemos en Mundo Everest ?
Y, sobre todo, trabajamos con un norte claro: construir algo que dure. Algo que sea digno de ser vivido, no solo ejecutado.